
Como habrás visto en muchas tiendas, y esperamos que también en Medievo Granada, las teteras de hierro fundido son uno de nuestro productos estrella, y además un elemento imprescindible para hacer un té muy rico y más tradicional.
Sin embargo, son pocos los que conocen bien este tipo de teteras de hierro y, por eso, hoy vamos a profundizar en su historia. ¿Te apetece saber curiosidades sobre estas teteras?
La historia de las teteras de hierro
El origen de las teteras de hierro es, sin duda, la antigua China, concretamente en la dinastía Ming. En esa época, los chinos necesitaban un recipiente que estuviera cerrado con el objetivo de dejar las hojas de té y que estas infusionaran en el agua caliente.
Así, empezaron a nacer las teteras (ya que, antes, lo hacían con recipientes abiertos y el sabor no era igual). Hay que decir que el primer material con que se hizo una tetera no fuera exactamente el hierro, sino barro o incluso porcelana. Más tarde, empezaron a usar otros materiales como la plata, el bronce, el vidrio, la cerámica o, ya sí, el hierro.
El motivo por el que se fabrican las teteras de hierro no es otro más que el conservar el calor, el tener un recipiente cerrado que atrapa el sabor y el olor, y, por supuesto, la durabilidad del hierro (hablamos de que nos puede durar años).
Algo que los chinos hacen, y que muchas pecamos al elaborar un té, es utilizar la misma tetera ya sea para un té blanco que para un té negro (de un extremo a otro). ¿Por qué? Pues, como se ha dicho antes, las teteras de hierro son capaces de atrapar el olor y el sabor. Sus paredes se impregnan de ese sabor y olor del té y puede cambiar el sabor a otro té diferente. Por este motivo, muchos tienen diferentes teteras de hierro para cada té (en general, té blanco, té rojo, té azul, té negro, té verde).
Ahora ya sabes algo más sobre las teteras de hierro.