
El té blanco es uno de los más delicados, y muchas veces erramos en su elaboración obteniendo una bebida que no se parece en nada a la que realmente deberíamos beber. Por eso, saber cómo preparar una buena taza de té blanco es importante. Nosotros lo sabemos, y queremos que tú también.
Elaborando una taza deliciosa de té blanco
El té blanco es un tipo de té muy delicado porque es el que menos se procesa. Su origen, aparte de ser Chino, es de la planta Camelia Sinensis. Los mejores son aquellos que vienen en forma de hojas sueltas (como los que tenemos en Medievo Granada) porque son de la mejor calidad.
Ahora bien, ¿cómo prepararlo?
1. Cuidado con la temperatura. Igual que ocurre con el té verde, el té blanco ha de tener una temperatura máxima para infusionarlo. Y en este caso es 80 grados. Has de llevar el agua a esa temperatura para poder echarlo (más o menos es al punto de hervir).
2. Cantidad. En cuanto a la cantidad, tendrás que echar 2 cucharadas para un vaso de 300ml. Si tomas la mitad, una sola. No eches más porque entonces puede amargar demasiado. El sabor que debes obtener es seco, y a la vez suave, sin dejar que te amargue al final del sorbo.
3. Reposo. El reposo será de entre 3 y 5 minutos en el agua. Pasado ese tiempo, lo mejor es quitarlo. Algunos lo que hacen es usar 2-3 veces esas hojas infusionadas, ya dependerá de tu propio gusto, porque con cada uno el sabor irá mermando.
¿Vas a disfrutar ahora de un té blanco?